domingo, 10 de marzo de 2013

Por una televisión que contribuya al desarrollo intelectual del niño


Inicio este texto con una cita del Critico de Televisión Omar Rincón que dice: “…las audiencias deciden qué es lo educativo de la tele cuando sacan algo de ella; lo educativo se da cuando el televidente encuentra algo que responda a sus necesidades y expectativas…”

Voy a referirme a la televisión como formadora de la sociedad, como medio de comunicación que gestiona conocimiento y lo emite en forma de programas, esta labor le confiere la categoría de servicio público que tiene el deber de cumplir con las funciones de informar, formar y entretener.  Por su parte la sociedad, como audiencia de la televisión, tiene a su vez el derecho de consumirla y el deber de exigir de ella contenidos de calidad, que aporten al crecimiento colectivo de esa sociedad, gracias a la cual genera sus ganancias.

Si hablamos específicamente del público infantil esta relación audiencia – público es mucho más compleja.  Si comparamos el consumo de televisión con el consumo de alimentos en un niño, debemos considerar que por estar en etapa de crecimiento, su alimentación debe ser cuidadosamente seleccionada y supervisada por un adulto, para que le provea todos los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo.  El cual se vería truncado si solo consumiera dulces y comidas rápidas, cosa que el niño haría si la decisión estuviera en sus manos.  A su vez, al consumir televisión el niño no tiene aun la capacidad de seleccionar los contenidos que lo nutren. Consume los que le gusta.  Por lo tanto es deber de los adultos, no solo supervisar lo que los niños ven en la televisión, sino también exigir como sociedad, de los canales de televisión, que los productos que ofrecen contengan los nutrientes necesarios para aportar al adecuado desarrollo social e intelectual de la infancia.

La pregunta en este caso sería ¿Nuestros canales están nutriendo adecuadamente a nuestros niños con los programas que ofrecen?

Ante esta pregunta Peter Moss, un experto en televisión infantil que fue de los protagonistas del desarrollo de la solida industria de televisión infantil en Canadá, nos habla sobre la experiencia en ese país: “…queríamos ganar la competencia por la atención de nuestros niños.  Y es una competencia seria, porque si perdemos en esta era digital ¿Quién introducirá a los niños a su propia cultura?, ¿Quién los introducirá a esa, nuestra forma de hacer las cosas y a lo que nuestras expectativas sociales son en realidad?”

Es decir, que la labor no termina con lograr que vean televisión que le aporte a su desarrollo, pues en ese caso con que vean alguno de los canales multinacionales de televisión infantil, el problema estaría resuelto.  A ello se le suma, que los niños deben poder ver programas sobre sus realidades, con las historias de su país o región, los tipos de relaciones que se dan en su sociedad particular y que les permita ser protagonistas de sus programas, contar sus propias historias y con ellos lograr una verdadera identificación y generación de sentido.  

De acuerdo con esto el panorama de la televisión infantil en nuestra región latinoamericana estaría bastante desolado, las parrillas de programación tienen sus franjas infantiles pobladas de enlatados extranjeros.  Sin embargo si hay excepciones, algunos países están trabajando en generar formatos adecuados para este público y llevando a los niños contenidos que los nutren en su desarrollo.  Es el caso del programa infantil de telerealidad La Lleva, producido en Colombia en el canal cultural público Señal Colombia.  Un programa en el que un niño viaja a conocer a otro niño de una región apartada y allí vive una aventura donde aprende, hace amigos, contrasta su forma de  vida con la de otros y aprende de esas diferencias.  Este es un muy interesante ejemplo de televisión nutritiva para niños.    




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